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POEMAS

 YO... EL LIBRO USADO

YO . . . EL LIBRO USADO

“Soy conocimiento, luz y pensamiento.”

Orgulloso grito
mi origen bendito,
nací en una imprenta,
sin mancha ni afrenta.

Deseado, . . . amado,
salí encuadernado
del taller, cordial,
de una editorial.

Crecí en los estantes,
baldas, confortantes,
pasé varios años
en los entrepaños.

Anaquel, repisa,
sin correrme prisa,
me mostré en vitrinas,
algunas muy finas.

Probé aparador,
también mostrador,
sabia estantería,
de una librería.

Por cierto descuido,
caí en el olvido,
sólo, sin respaldo,
viví siendo saldo.

En bodegas varias,
sintiéndome paria,
estuve apilado,
dañado, . . . cansado.

Lleno de pesares,
conocí bazares,
anduve en las “ferias”
de las periferias.

En tianguis de barrio,
padecí “mal fario”,
sentí escalofrío,
toqué suelo frío.

Sufrí, cual gusano,
fui de mano en mano,
de gente ignorante,
conducta aberrante.

“Cháchara”, me dicen,
“viejo”, me maldicen,
arrancan mis pastas,
preciosas y castas.

Me rompen las hojas,
ajadas, añosas,
me pisan, me avientan,
mi ser desalientan.

Hoy, luzco maltrecho,
mas no soy desecho,
aunque estoy “usado”, . . .
quiero ser comprado.

Respeto exijo,
con celo prolijo,
requiero cuidado,
ser revalorado.

Pues, no soy “pirata”,
de tinta barata,
cultura contengo,
a eso me atengo.

Necesito, urgente,
por lúcida gente,
ser reglamentado
y . . . dignificado.

Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 15 de octubre del 2007

DESPUES DEL AMOR 

No pudimos ser. La tierra 
no pudo tanto. No somos 
cuanto se propuso el sol 
en un anhelo remoto. 
Un pie se acerca a lo claro, 
en lo oscuro insiste el otro. 
Porque el amor no es perpetuo 
en nadie, ni en mí tampoco. 
El odio aguarda un instante 
dentro del carbón más hondo. 
Rojo es el odio y nutrido. 
El amor, pálido y solo. 
Cansado de odiar, te amo. 
Cansado de amar, te odio. 
Llueve tiempo, llueve tiempo. 
Y un día triste entre todos, 
triste por toda la tierra, 
triste desde mí hasta el lobo, 
dormimos y despertamos 
con un tigre entre los ojos. 
Piedras, hombres como piedras, 
duros y plenos de encono, 
chocan en el aire, donde 
chocan las piedras de pronto. 
Soledades que hoy rechazan 
y ayer juntaban sus rostros. 
Soledades que en el beso 
guardan el rugido sordo. 
Soledades, para siempre. 
Soledades sin apoyo. 
Cuerpos como un mar voraz 
entrechocando, furioso. 
Solitariamente atados 
el amor, por el odio. 
Por las venas surgen hombres, 
cruzan las ciudades, sordos. 
En el corazón arraiga 
Solitariamente todo. 
Huellas sin campaña quedan 
como en el agua, en el fondo. 
Sólo una voz, a lo lejos, 
siempre a lo lejos la oigo, 
acompaña y hace ir- 
igual que el cuello a los hombros. 
Só1o una voz me arrebata 
este armazón espinoso 
de vello retrocedido 
y erizado que, me pongo. 
Los secos vientos no pueden 
secar los mares jugosos. 
Y el corazón permanece 
fresco en su cárcel de agosto, 
porque esa voz es el alma 
mas tierna de los arroyos. 
"Mi fiel: me acuerdo de ti 
después del sol y del polvo, 
antes de la misma luna, 
tumba de un sueño amoroso." 
Amor: aleja mi ser 
de sus primeros escombros, 
y edificándome, dicta 
una verdad como un soplo. 
Después del amor, la tierra. 
Después de la tierra, todo. 

Autor: Miguel Hernandez
 

En mi patria hay un monte.
En mi patria hay un rio.

Ven conmigo.

La noche al monte sube.
El hambre baja al río.

Ven conmigo.

Quiénes son los que sufren?
No sé, pero son míos.

Ven conmigo.

No sé, pero me llaman
y me dicen "Sufrimos".

Ven conmigo.

Y me dicen: "Tu pueblo,
tu pueblo desdichado,
entre el monte y el río,

con hambre y con dolores,
no quiere luchar solo,
te está esperando, amigo".

Oh tú, la que yo amo,
pequeña, grano rojo
de trigo,
será dura la lucha,
la vida será dura,
pero vendrás conmigo.

Autor: Pablo Neruda

Esperé a que volvieras
durante días, semanas, años
quizá toda la vida
desde que tengo memoria

Y nunca volviste
Siempre tú, en mis sueños
Siempre tú, en mis esperanzas
Siempre tú

Y ahora que te vuelvo a ver
qué suerte,
ya no te necesito.

Autor: Koldo Fierro

¡Oh Padre, cuánto es bello 
El mundo que tú hiciste! 
No hay templo, no hay palacio. 
No hay sueño que su encanto rivalice.

¿Porqué, porqué los hombres, 
Como envidiosos tigres. 
Viven aborreciéndose 
El breve tiempo que en el mundo viven?

Cuando aire, y cielo, y tierra 
Murmuran: ¡sed felices! 
¡Amaos unos a otros 
Y trabajad para llamaros libres!

¡Oh Padre, cuánto es bello 
El mundo que tú hiciste! 
¡Felices los que sepan 
Agradecerte, amarte y bendecirte!

Autor: Rafael Pombo

© 2016 por  Luz Gabriela Salazar Avila  

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